Miguel Siso

Ganador del Latin Grammy en 2018 al Mejor Álbum Instrumental del Año, el cuatrista Miguel Siso nos ha visitado de nuevo en 2021 con Itinerante, un álbum íntimo en el que las emociones nos llevan a los confines de la nostalgia, la alegría, la tristeza y el júbilo. Se trata de una música mestiza, en la que confluyen el jazz, la world music y la música popular venezolana con el cuatro, la guitarra de cuatro cuerdas, como uno de los protagonistas.

Genre : Latin, Instrumental

Subgenre : VenezuelanFolk, Instrumental

La historia
personal y la
música de
Miguel Siso son
inseparables

La historia personal y la música de Miguel Siso son inseparables de la historia y la música de su país, Venezuela.           

Ambas se materializan en un instrumento

nacido de la guitarra barroca española, el cuatro, al que Miguel Siso se esfuerza

por darle todo su noble esplendor.

Miguel Siso nació hace treinta y cinco años en Ciudad Guayana, en el estado Bolívar. Desde sus comienzos se impregna de un ambiente a la vez popular

 y musical. Su abuelo y su padre cantan y tocan el cuatro, la guitarra de cuatro cuerdas típica de Venezuela. «Cuando éramos niños, siempre había un cuatro colgado en alguna pared de nuestra casa», recuerda Miguel.

«Me decían que no era un juguete y yo me moría de ganas de tocarlo. Tenía seis años cuando mi padre y mi hermano me iniciaron en sus secretos». Una iniciación planteada en clave multiinstrumental. Percusión, teclados, cuatro, entre otros. El joven Miguel va mejorando su técnica ejercitándose en su hogar, sobre todo a la hora de las comidas durante las cuales la música y los cantos venezolanos refuerzan los lazos familiares. Asimismo, en aquel tiempo, empieza a componer sus primeras melodías que brotan espontáneamente de su interior. «Una de nuestras vecinas era pianista», evoca Miguel. «Ha sido ella quien, tras escucharme, fue a ver a mis padres para decirles que yo tenía un don y animarlos a matricularme en el conservatorio de música».

Miguel Siso comienza a estudiar en el conservatorio a los 9 años. Allí aprende solfeo, empieza a tocar varios instrumentos y descubre la historia de la música. Aquel joven sigue componiendo melodías sin letra que interpreta durante las reuniones familiares. «A menudo, tocaba mis piezas solo con el instrumento, sin cantar, porque tenía para mí que no siempre es necesario recurrir a las palabras. La música ya era un refugio en el que podía dejar manar las emociones que sentía dentro de mí: tristeza, alegría, frustración, para nombrar solo unas cuantas.

Aún hoy día, considero aquello como una especie de acto de magia que me permite decir con notas musicales lo que no consigo expresar con palabras».

El cuatro, un
estándar
venezolano

Miguel Siso vive esta magia musical con un instrumento siempre a su vera: el cuatro. Fruto de la colonización española, esta guitarra de cuatro cuerdas es un instrumento popular omnipresente en la cultura de los venezolanos.
«En un principio, la guitarra llamada ‘renacentista’ tenía ocho cuerdas distribuidas en cuatro órdenes de dos cuerdas cada uno.
Con el tiempo, esta guitarra evolucionó y pasó a tener cuatro cuerdas cuyas octavas son singulares». Por una buena razón: mientras que la afinación de las guitarras asciende hacia los agudos, cuando las cuerdas se tocan de arriba abajo, los tonos del cuatro terminan en una nota descendente. «Las tres primeras notas ascienden, y la última desciende», confirma Miguel. «Esto permite realizar cosas asombrosas y, sobre todo, enlaza el cuatro con el origen mismo de la guitarra».

 

Al ser un instrumento tradicional venezolano, el cuatro está íntimamente ligado a las diferentes regiones del país. Lo que lo hace tan especial es que, en sus orígenes, se hacía de madera. En cambio, la mayoría de las guitarras contenían también piezas de metal o marfil. Esto es particularmente cierto en el caso de los trastes, las cejas y también las clavijas. «Las técnicas de fabricación son diferentes en cada región, lo que confiere a los cuatros múltiples sonoridades, mestizas: todas ellas reflejan una parte de Venezuela, tierra de mestizaje por excelencia», explica Miguel. «Este instrumento es para nosotros el equivalente a nuestro pan tradicional llamado ‘arepa’: metemos en ella tanto jamón, queso o carne como cualquier ingrediente que se desee, en otras palabras: todo lo que uno quiera y guarde relación con nuestro terruño.
Lo mismo ocurre con el cuatro: se adapta a todos los estilos musicales, lo que permite combinar melodías, armonía y ritmo».

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